Cuestiones de fondo


Cuestiones de fondo

Desde un punto de vista filosófico que va desde la caverna platónica a dióptrica de Descartes la visión se presenta como el más noble y comprensivo de los sentidos. No podemos desarrollar aquí los detalles de esta relación. Lo que nos interesa señalar es más que la declaración de un triunfo o de una hegemonía, lo que encontramos en los textos de Platón y Descartes es la narración de un conflicto entre los ojos de la carne y los ojos de la mente ,entre la visión engañosa de lo sensible y la visión clara y distinta de las ideas.”

El problema compartido por Platón y Descartes es, precisamente, el de cómo combatir y superar la inestabilidad, la vaguedad,las deficiencias y las distracciones de nuestros ojos inundados de realidad sensible. Para ello transfieren la verdadera capacidad de ver al alma o a la mente.”

Estos extractos del texto de Marina Garcés “visión periférica. Ojos para un mundo común“ no nos deja indiferentes. Vemos interesante narrar este conflicto entre los ojos de la carne y los ojos de la mente, conflicto de opuestos que quiere estar presente en nuestro montaje de Íkaro donde una sociedad, representada por los padres, la educación y la moral, tratan de imponer sus esquemas de rectitud y racionalidad al protagonista.

Este no puede resistirse a vivir su propia experiencia vital, más corporal, hedonista, debatiéndose en el placer de la droga en sus propias carnes al que finalmente se entrega en una evasión de su lado racional que le oprime y amenaza.

En este proceso, la luz también pierde su dimensión sensible para convertirse en iluminación. A eso responde la dualidad latina de términos, Lux/lumen, que tantos debates encendió a lo largo de la Edad Media y a la que Descartes aún daba vueltas sin llegar a resolver el orden de sus prioridades ¿qué relación hay entre la luz sensible y la luz de la intelección?” “La metáfora de la luz que guía toda la tradición de la metafísica de la presencia, es la que olvida la lección de Ícaro: que el sol no sólo ilumina , sino que de manera inseparable calienta. La luz del sol no sólo ilumina las formas. Con su calor enciende el mundo, toca los cuerpos de todos los seres vivos, de los que puede ser fuente de vida o amenaza de destrucción. El filósofo platónico, en su ascenso hacia el sol, volvía con los ojos dañados por la intensidad de la luz, pero Platón no nos dice nada acerca del calor, del sudor, de las quemaduras de su piel. El espectador de la verdad no tiene cuerpo.“

El tratamiento de la luz en nuestro Íkaro es como una luz que no sólo ilumina las formas, en el más puro sentido filosófico, sino que además, citando textualmente, “enciende el mundo, toca los cuerpos de todos los seres vivos, de los que puede ser fuente de vida o amenaza de destrucción.” En definitiva hemos querido dar fuerte presencia a la parte corporal tanto en la presencia escénica como en la parte temática o filosófica, haciendo protagonistas esos ojos de la carne de los que nos habla Marina Garcés.


Eva Alija