Partir del mito para revisarlo, para buscar en él nuevos sentidos, nuevos significados. Retornar a lo primitivo, al nacimiento, para destruir los muros de un laberinto casi invisible. Íkaro ha ido creciendo en estos últimos meses, mutando, transformándose, preparándose para el vuelo. Éste “vuelo” en el que estamos inmersos, es un proceso que comporta mucho esfuerzo y dedicación, pero, sin duda, es algo fantástico. El esfuerzo, al fin y al cabo, es algo muy necesario para dar lo mejor de nosotros mismos y que todo funcione lo mejor posible. No siempre es fácil, pero cuando sientes que vas por buen camino, se convierte en un juego intenso, en una experiencia indescriptible y, sin duda, enriquecedora y satisfactoria. Así es también la experiencia de trabajar con un grupo de personas que trabajan con todas las ganas del mundo, aun incluso cuando el cansancio puede con nosotros, y que ofrecen su tiempo y esfuerzo para dedicarle a este proyecto con toda su sangre, sudor y sus lágrimas. A todos ellos debo darles las gracias por su apoyo, por su paciencia y su trabajo.
Jim Jarmusch decía en una entrevista que no le gustan los guiones como una forma definida, ya que un guión tan solo es un mapa que debe crecer a medida que se trabaja en el rodaje (o en el escenario, como es nuestro caso). Aquellas primeras líneas, aquellas frases e ideas esbozadas que escribí en cuatro páginas siguiendo la idea de un Íkaro que recurre a las drogas para huir de una sociedad “laberíntica”, que quiere imponerle el camino a seguir y condenarle a ser una oveja más en ese rebaño que persigue la fama y el dinero a toda costa, bajo estrictos discursos morales y juzgantes, han ido transformándose y reestructurándose constantemente sobre el escenario, se han suprimido cosas y añadido otras, y sin duda alguna, el guión final y definitivo no será otro más que la obra que se estrenará sobre dicho escenario. El papel será la caja escénica, y en ese espacio aparecerán la luz, la escenografía, los actores, los sonidos, las palabras, etc.
Nuestro trabajo continúa, y éste juego en el espacio crece, se intensifica y se vuelve, si cabe, aún más apasionante.
Iker Perez Goiri (Texto y dirección)