lunes, 17 de mayo de 2010

La creación


Toda historia tiene un comienzo, y la nuestra comienza con el mito de Icaro...

"¿Quien era Icaro? Dédalo, su padre, era escultor, arquitecto e inventor. Cegado por la envidia cometió un crimen y buscó refugio en Creta, en la corte del rey Minos. Aquí construyó un palacio cuyo conjunto de corredores estaba ensamblado de tal manera que una vez dentro de ellos, era imposible hallar la salida, un perfecto laberinto. Allí había encerrado el rey Minos al Minotauro. Durante su estancia en Creta, Dédalo tuvo un hijo, Ícaro, con una esclava del palacio. Cuando Teseo llegó a Creta con el deseo de acabar con el Minotauro, Dédalo enseñó a Ariadna lo que debía aconsejar al héroe para que entrara y consiguiera salir del Laberinto. Enterado de esto, el rey Minos se encolerizó y encerró al artista y a su hijo en el Laberinto. Confinado en esta cárcel, Dédalo no dejaba de pensar en la mejor forma de escapar. Ideó al fin unas alas y las adaptó a los hombros, uniéndolas con cera. Padre e hijo iniciaron un vuelo nunca concebido hasta entonces. El joven Ícaro, desoyó el consejo de su padre, es decir, no volar tan bajo que las olas mojasen las alas, ni tampoco tan alto que el sol las derritiese. Ícaro por arrogancia se elevó lo más alto que pudo, hasta que el calor del derritió la cera que le unía a las alas y se precipitó al mar, que desde entonces se llamó Mar Icario. Su cuerpo fue hallado en las costas de la isla."

Un perfecto laberinto y un vuelo. Pretendemos que esto sea el comienzo de una obra escénica donde se mezclan el deseo de escapar de una realidad impuesta con las inevitables caídas de quien se rebela contra ella.

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